A Carlos Martín Ballester por su inestimable ayuda desde que llegué a Madrid.
No sé cuántas veces habré cubierto recitales de Antonio Reyes, pero estoy seguro de que es al que más veces he reseñado en este blog. Antonio es un cantaor que siempre rinde a gran nivel. Cada vez que vuelvo a ir a alguno de sus recitales me digo a mí mismo: ¿podrá mejorar su última actuación? Sin ir más lejos, en la III Bienal de Málaga protagonizó junto a Cancanilla uno de los mejores momentos de esa edición. Por todo ello cuesta creer que de nuevo pueda volver a superarse, pero Antonio es así, en cada concierto busca mejorar, y por mi experiencia personal puedo decir que lo consigue con creces.
Antonio Reyes |
Al que quizás se le acaban los calificativos para describir sus recitales es a mí. Ahora siento que no se si seré capaz de transmitir sin ser repetitivo lo que Antonio ofreció en el mítico Café Berlín la noche del viernes 25 de octubre, donde apenas cabía un alma. En cualquier caso, que no se diga que no lo intenté.
Resultó atípico ver como la mitad del público ocupada
los cómodos asientos de la sala, mientras la otra mitad ocupaba el suelo restante para acomodarse. Era imposible transitar por el Café, el lleno fue absoluto.
Como viene siendo habitual, el chiclanero estuvo
acompañado a la sonanta por su tocayo Antonio Higuero, ¿y qué decir de Higuero
que tampoco haya dicho mil veces? Pues que su toque de acompañamiento está al
alcance de pocos, que le da el sitio preciso al cantaor para que pueda rendir
al mejor nivel, y que además deja pinceladas de su flamencura en cada falseta.
Antonio Higuero |
Salieron por alegrías y a decir verdad hacía mucho tiempo que no me levantaban los bellos con estos cantes, Antonio lo consiguió. Con la voz todavía entrando en calor siguió por tangos, donde paraliza el tiempo para asestar latigazos de auténtico duende. El cenit llegó con el fandango de Cepero-Vallejo con el que suele cerrar este cante. Sin palabras. Para poner fin a esta primera parte de su actuación cantó dos tarantos de enjundia y una cartagenera para demostrar que no hay lámparas mineras que alumbren tanto como el cante del gaditano por aires levantinos.
Antonio Reyes y Antonio Higuero por tangos:
Tras el descanso y con la voz ya totalmente redonda
salió Antonio dispuesto a dar más de lo posible, dispuesto a lanzarse al vacío
de los cantes, dispuesto a arriesgar en cada tercio, en definitiva, dispuesto a
entregarse por entero a los aficionaos que colmaron el lugar. El hecho de
arriesgar hizo que cometiera algún fallo vocal, ¡bendito fallo vocal! Hablo de
ese tipo de fallos que ocurren cuando llegas al límite, te cambia la voz y te sale algo parecido a eso que llaman “gallo”. Estoy
seguro de que a Antonio no le gustó en absoluto esto, pero a mí me dolieron en
el sentido más flamenco posible.
Antonio rodeado de público |
Inició esta segunda parte por soleá, recorriendo los principales focos geográficos: Alcalá (Juaquín La Paula), Cadiz (El Mellizo), Jerez (Frijones y La Moreno), Triana (Andonda) para finiquitar con un cante de dificilísima lidia, como es el estilo de cierre atribuido a Enrique El Mellizo. Siguió por bulerías y siguió superándose. Impresionantes, flamenquísimas e inspiradas bulerías que fueron recompensadas con una severa ovación.
Antonio Reyes y Antonio Higuero por bulerías:
Su enduendado estado artístico le llevo a inundar de oscuridad al Café Berlín para perfumarlo con aromas de óbito. El chiclanero canto por seguiriyas entregándose a la verdad del cante jondo. Higuero respondió al cante de Antonio de forma sublime, más gitano no pudo tocar. Salida de Manuel Molina para llegar hondo con el cante corto de Tío José de Paula y broche de oro con otro cante popularizado por Manuel Torre y atribuido a Curro Durse, aquel de “los días señalítos...”.
Antonio Reyes y Antonio Higuero por seguiriyas:
Se despidió Antonio con uno de los cantes que domina como nadie actualmente, siendo una de las referencias del momento. Hablo de los fandangos claro. Caracol, Calzá versión Rancapino, Chocolate, Gordito de Triana o Manuel Torre cobran una dimensión diferente con los matices vocales del gaditano. Terminó a viva voz y con el público enloquecido con su arte. Una noche casi perfecta y gracias, porque la perfección a veces resulta inexpresiva, lisa y pastueña.
Gracias Rufo, es como haber estado allí. ¡Qué envidia joé! Tus crónicas, muy centradas en la música, pienso que hacen de tu blog una referencia imprescindible. El gran Antonio Reyes, un lujo para la humanidad. Un abrazo
ResponderEliminarJoe Faustino me has sacado los colores!! Es una halago tremendo el que me haces y más aun viniendo de ti. Este tipo de comentarios hacen que uno siga ilusionado con estas cosas. Y estoy contigo Antonio es un lujo para la humanidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias a ti, Rufo. Da gusto encontrarse con jóvenes aficionados de tu categoría. Antonio cada vez canta mejor, de eso no cabe duda, por eso consideré que debía abrir el ciclo en el Café Berlín. Tu crónica, inspiradísima. Ve "planchándome" un CD con la grabación, anda... jejeje
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Eso está hecho Carlos!!!
ResponderEliminarUn abrazo!!