domingo, 18 de mayo de 2014

David Carpio con su verdad por delante


La noche de ayer era especial para David Carpio que venía a presentar "su verdad" cantaora a Madrid. Ya se sabe que para triunfar en el cante, como en en los toros, hay que pasar por aquí. La buena trayectoria de este joven cantaor plazuelero y el atino de Antonio Benamargo de incluirlo en la programación del Ciclo flamenco de San Isidro, dieron lugar a una velada de exquisita flamencura en la Sala García Lorca de la Fundación Casa Patas.




David vino a presentar su recién publicado disco "Mi verdad" y para la ocasión David se hizo acompañar por grandes artistas; caso de Manuel Valencia al toque y Chicharito y Carlos Grilo al compás. De esta guisa el ritmo y la jerezanía estaban servidos. Comenzó algo agarrado David, sin soltarse la melena, quizás producto de los nervios. Pero fue creciendo proporcionalmente al paso de los minutos, hasta alcanzar momentos de inspiración. El cantaor jerezano dejó patente su arte y sus condiciones. Un valor a tener en cuenta.

Si hay algo que me llamó la atención de forma positiva fue el hecho de comprobar como David sale de San Miguel para recoger otras fuentes cantaoras e incorporar otros sones a su baraja de recursos. Ni que decir tiene que el cante de La Plazuela es una de las formas más rancias y flamencas de entender este arte, pero quizás los jóvenes de este barrio tienden a sonar muy parecido sin llegar a distinguirse entre unos y otros. Por ello creo que es un plus el hecho de ir más allá de lo que tu entorno te da.


Comenzó por pregones; de pie y con jondura pregonó caramelos y uvas como hicieran Macandé y Caracol para rematar a compás de bulerías. Turno para la soleá, donde lo noté ausente, incómodo aun, sin fuerza. Las dijo bien y con conocimiento (Joaquín el de la Paula, Andonda, Juaniquí...), pero le faltó poner lo que desde ese momento sí puso, fuerza y pujanza. Así dío paso a la malagueña, y sacando los pies del tiesto recreó estilos de Diego El Perote y Cancha la Peñaranda. Formas inusuales en un cantaor jerezano. Cerró su primera intervención por cantiñas donde estuvo a gran nivel, sacando otros registros y "echándole papas al cante".

Volvió con la misma energía con la que se despidió. Por tarantos. Éstos dieron paso a una gran interpretación del romance del Conde Niño. Siguió por seguiriyas recreando estilos de su tierra como los de Manuel Torre y Paco La Luz. Se rebuscó y pujó ante las exigencias de tan profundo cante. Los fandangos a petición del público destilaron gitanería, normal cuando por su cabeza pasan Chocolate y Manuel Torre. Por último David nos invitó a dar un paseo buleaero por los sones de su Jerez. A compás y con el baile del Chícharo cerró una noche de gozo y "verdad" en la Sala García Lorca, una más.


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