martes, 29 de octubre de 2013

Hay Rancapino para rato...



El pasado jueves 24 de octubre los aficionaos del Círculo Flamenco de Madrid disfrutaron de una saga legendaria dentro del flamenco, la de la familia Rancapino, encabezada por el patriarca Tío Alonso Nuñez y seguido por su hijo Alonsito. Dividieron el espectáculo en dos partes, donde ambos gozaron de protagonismo en cada una de ellas. Por desgracia no es habitual ver últimamente a Rancapino sobre los escenarios, por ello, estas oportunidades son las que los buenos aficionaos no dejan pasar de largo.


Familia Rancapino y Fernando Moreno


Para abrir boca comenzó Rancapino Hijo acompañado por Manolo Jero que estuvo no sólo a la altura del cante de Alonso, sino que por momentos fue él quien tuvo más peso durante la actuación. Su toque alcanzó cotas altas de inspiración. Rancapino sin embargo, tuvo altibajos, pero dejó patente que hay materia prima para exprimir: buen metal, buenas condiciones vocales y unas ganas de comerse el escenario fuera de toda duda. Brilló en las alegrías, los tangos, las bulerías y fue en los fandangos de Caracol y Calzá donde alcanzó su máximo apogeo expresivo. En cambio estuvo algo liso en la seguiriya de Manuel Torre de salida y en el cierre que acortó en demasía. En la soleá de Charamusco también estuvo discreto, sin cerrar el cante. Como conclusión los aficionaos pudieron quedarse con un cantaor de futuro, eso sí, hay que estudiar mucho para llegar a destacar en este arte tan difícil, donde si no te preparas cada día te quedas atrás.

Alonso Rancapino Hijo
Manuel Jero

Por fin el esperado Alonso Núñez Rancapino hacía acto de presencia sobre escenario para cautivarnos con su cante rozado por la gracia de Dios. Sus cualidades vocales seguramente no sean las mejores en estos momentos, pero el flamenco va mucho más allá de la técnica, ya que su poder de transmisión no radica sólo en lo musical, sino en el cómo se diga esa música, en el sentir. Rancapino consigue abrir un túnel en el tiempo con su cante de áspera dulzura. Un túnel donde es fácil ver a Manolo Vargas, Pericón o Sellés cantando y contando en cualquier taberna de antaño; donde Caracol se nos aparece para herirnos por fandangos, en definitiva, un túnel hacia la intrahistoria del flamenco más cabal y que sólo algunos cantaores tienen la cualidad de abrir.

Fernando Moreno observado por
Rancapino

Alonso cogió un día de esos buenos para cantar, esos días en el que todo te sale bien. Estuvo acompañado por la flamencura guitarrística de Fernando Moreno, que anduvo soberbio en todo momento. De esta guisa salieron sentenciando por soleá: Serneta, Frijones, Joaquín la Paula, El Mellizo y Juaniquí tomaron cuerpo en la queja honda de Rancapino.

Rancapino

Lo de la malagueña del Mellizo con introducción de media granaína en la voz del maestro es algo casi incompresible de asimilar. Un cante que requiere unas condiciones vocales excepcionales y que Rancapino no sólo pelea para salir airoso de dicho cante, sino que su forma de ejecutarlo no está al alcance de ningún cantaor en la actualidad. Magistral. En las bulerías encontró el compás, la gracia y el duende necesario para encandilar a todo el público que colmaba el los asientos de Las Tablas. ¡Olé los cantes bien dichos! Se despidió clavando cada uno de sus tercios por fandangos en lo más profundo de nuestra alma. Calzá, el mejor fandanguero de la historia según Alonso toma cabida en su quebrada voz para herir y curar nuestros cuerpos sedientos de jondura.
El broche definitivo lo pusieron todos los Rancapino sobre el escenario, hasta su hijo Antonio que hizo unas pinceladas por bulerías camaroneras. El final fue apoteósico con un mano a mano entre padre e hijo en el que el vencedor absoluto fue el aficionao que presencio un recital de altura en el Círculo Flamenco de Madrid.

2 comentarios:

  1. ¡Qué envidia, Rufo, que yo ya no esté para esos trotes de irme a Madrid solo por oír a Rancapino!
    En otros tiempos, sí. Alonso es mucho cantaor.

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  2. Andrés por circunstancias varias me he venido a vivir a Madrid, pero la ocasión hubiera merecido ir a la capital desde cualquier sitio sólo para ver al Ranca. Anímate que con el AVE estás a tiro de piedra. Un abrazo.

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