Fotografía: Pepe Portillo
Se presentaba anoche ante el público malagueño el espectáculo Mujeres nacidas para el flamenco en el céntrico Teatro Cánovas. Este evento pertenecía al ciclo Flamenco Viene del Sur, y pretendía rendir un homenaje a la mujer en el flamenco a lo largo de su historia. Desde luego, hace falta una mayor calidad artística y sobre todo un mejor diseño de la puesta en escena para poder rendir un justo homenaje a todas esas monstruas que ha dado este arte.
De izquierda a derecha: Rocío, Jessica, Marta, Cristina, La Toromba, Mercedes y Belén |
Comenzó el toque, a cargo de Belén Novelli, una joven tocaora francesa afincada en Valencia, y he de decir que fue una de las pocas cosas positivas de la noche. Hizo unos campanilleros demostrando una gran técnica, además del gran acompañamiento que ofreció posteriormente al baile.
El toque dio paso al cante, a cargo de Rocío Márquez, un
auténtico prodigio vocal. Su cante es celestial, dulce y fino, pero no me suena
flamenco, no me transmite, simplemente no me gusta. Salió acompañada por
Mercedes Luján a la guitarra, cuyo toque no dejó ni un ligero aroma de cada
estilo que interpretó, y por momentos me pareció estar en un concierto de soul
o jazz, en vez de en un recital de flamenco. Comenzaron con una nana, que dio
paso a unos cuplés por bulerías en los que se suponía que Rocío se acordaría de
Fernanda y Bernarda…Siguió por malagueña de la trini, jabera y malagueña de la
Peñaranda, aquí brilló de sobremanera la cantaora. De nuevo Rocío anunció que
homenajearía a Pastora por tangos, y nos volvió a engañar, porque lo que hizo
fue cantar unos tangos de granada y alguna pincelada de la Repompa, recordando
más a Estrella Morente que a Pastora.
Rocía Márquez y Mercedes Luján |
Era el turno del baile, Jessica Brea fue la encargada de
dibujar formas al cante de Cristina Tovar, la sonanta de Belén, la percusión de
Marta Orive y el compás de La Toromba. Sin duda fue el baile lo que más me
decepcionó del espectáculo, no vi nada especial en Jessica, sus desplantes no
eran firmes, sus brazos no hablaban y sobre todo el hecho tan descarado con el
que se hacía compás con la boca, acabaron por desviar mi atención hacia
Cristina, la gran sorpresa de la noche, al menos para mí, que pude descubrir a
una cantaora con un metal oscuro, con un cante visceral, un cante que quema y
asusta, que te atrapa y te envuelve en un halo de fragua, donde los metales se
funden al calor de su cante. Sus soleares y romances fueron desgarradores, sobrados
de compás y de ecos gitanos.
De la noche pasamos al día (entiéndase por las líneas
estilísticas), y de nuevo Rocío volvía al escenario con Mercedes para
transportarnos hasta levante, donde es una verdadera especialista, estuvo
brillante, y aunque a su forma, pero se acordó de la gran Encarnación
Fernández. Siguió por pregones que ligó con unas seguiriyas, en las que hizo
una versión corta de jerez y el cambio de Manuel Molina, donde pudo explotar
toda esa caja de música que atesora su garganta, sosteniendo el tercio álgido
de este cante hasta el infinito. Para cerrar, nos trajo los sones de su tierra
y especialmente de Alosno, con estilos como el de María La Conejilla. Terminó
con un fandango natural a capella y volviendo a hacer alarde de sus prodigiosas
condiciones, algo que a veces desmejora el cante.
Jessica en el fin de fiesta |
De nuevo Jessica, y para darle el punto final a esta noche
de flamencas, bailó unas alegrías, con las mismas formas que hiciera en la
soleá, esas formas que a mi personalmente me dejaron indiferente, por ello
volví a centrarme en lo que me hizo disfrutar esta noche, el cante rancio de
Cristina, que se desgañitó entregando el alma en cada tercio, e incluso me leyó
el pensamiento, y cuando mi cabeza pedía que entrara por bulerías gaditanas,
allá entro ella para jugar con el compás y la melodía a su antojo. Sin duda lo
mejor de la velada junto a Belén.
No podía faltar una despedida por bulerías y a capela,
donde Rocío canto más flamenca que en toda el recital, y donde pudimos ver a
esa gran bailaora que es La Toromba darse unas pataítas para el disfrute de
todos los aficionaos allí presentes. Fue una noche donde las grandes artistas
de este arte merecieron algo más.
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