jueves, 20 de junio de 2013

Involución en la creación


Haciendo un análisis histórico del proceso de creación, innovación y personalización de cantes, podemos sacar la conclusión generalizada de que la época flamenca más creativa de formas, matices y sonidos flamencos se da mayoritariamente antes de 1950.  Tomando de referencia la tradición oral, la franja histórica más prolífica en cuanto a creaciones personales corresponde con los primeros años de la historia flamenca. Esto último puede explicarse ya que en el proceso de nacimiento de este arte quizás no existieran unos cánones establecidos de como realizar los cantes. Por ello cada artista tenía amplia libertad para expresar sus formas cantaoras sin ajustarse a ningún patrón de pureza preconcebido. Pero, ¿realmente los viejos cantaores tenían una capacidad creativa superior a los actuales? Para mí, la respuesta es no. Entonces, ¿Por qué el proceso creativo es mayor al principio de los tiempos flamencos y se reduce considerablemente hasta llegar a nuestros días? Analicemos la situación detenidamente y veamos que factores influyen para que esto sea así.


Grandes creadores del cante flamenco


Cuando hablo de creación, innovación o aportación de cosas distintas al acervo flamenco, no me refiero a introducir otros instrumentos musicales, ni a mezclar músicas de diferentes culturas, sino a introducir nuevas formas melódicas a los cantes ya conocidos, y además hacerlo de forma afortunada.

Partiendo de un cante flamenco neonato, y dejando a un lado a posibles genios creativos, una de las formas más posibles de creación de diferentes estilos melódicos pudiera ser similar en cuanto a proceso, a lo que actualmente se ha venido a llamar juego del teléfono roto o descompuesto. Donde el efecto memoria juega un papel fundamental para mantener o distorsionar un mensaje. Extrapolando esto al flamenco, vemos como los cantes se van modificando en el recorrido que hace desde que un cantaor lo recoge a través de su aparato auditivo, lo procesa en su cerebro y lo recrea pasándolo por su propio tamiz, ya que le es imposible recordar exactamente la melodía original que recogió de aquel compañero cantaor con el que coincidió escasas veces en su vida. Esto ocurría con mayor frecuencia cuando la única forma de aprender los distintos cantes era escuchándose los artistas unos a otros, cuando las grabaciones eran escasas o inexistentes.

Realizando un repaso cronológico enfrentado con la proliferación de estilos dentro de cada cante, observamos como el mayor porcentaje de formas datan de principios del siglo XX hacia atrás, reduciéndose progresivamente con el paso del tiempo, salvo excepciones, como la época fandangueril donde aumentaron las múltiples variantes personales. Es a partir de los años 50 aproximadamente cuando se aprecia una disminución notable en cuanto a creación de nuevas formas melódicas. Se hizo fuerte entonces la creencia de que había que ser fiel a los estilos ya creados por los antiguos, y además, el desarrollo de la industria del disco con la llegada del vinilo facilitó a las nuevas generaciones aprender los cantes sin salir de casa y pudiéndolos memorizar a la perfección, dejando a un lado la inventiva y la posibilidad de darle personalidad a los diferentes estilos flamencos. Fue una época donde se rescataron algunos cantes caídos en el olvido, pero por el contrario se establecieron unos cánones excesivamente estrictos. Puede afirmarse que estos cánones siguen presentes actualmente, y rara es la vez que cuando algún cantaor se sale de la música original de un estilo concreto, no se le tacha de sacrílego. Este hecho hace que la tentativa de creación pueda ser llevada a juicio por la ortodoxia más beligerante por no cumplir el “código cabal” de la “ley flamenca” actual. Si a todo esto le sumamos el desarrollo de la industria del disco desde los 50 hasta nuestros días, con el todopoderoso Internet a la cabeza, se ha facilitado mucho la labor del artista actual para aprender los distintos matices musicales de cada cante, acomodándose y dejando a un lado su capacidad más creativa.

En el cante siempre ha habido creadores y recreadores, y ambos son vitales para la persistencia del cante jondo. Unos por conservar esas formas tal y como son, y otros por seguir aportando cosas diferentes y hacer del flamenco un arte vivo. Parece claro que crear hoy en día con la cantidad de variantes dentro de cada cante resulta algo difícil, pero si el cantaor imprime su personalidad y su forma de decir, se puede seguir aportando cosas al flamenco.

Actualmente las pocas innovaciones que se introducen son cursis estribillos, de los cuales algunos son afortunados, pero en su mayoría no hacen más que "desflamenquizar" el cante y atrincherar al cantaor bajo esta salvaguarda. Otra de las tendencias que ha venido cogiendo fuerza es la de alargar los tercios hasta la extenuación, en un alarde de facultades que aleja de la idiosincrasia flamenca y lo acerca más a la copla o canción española. El flamenco está en lo corto, ahí es donde duele y donde tiene aire. Ahí está lo difícil.

Aun queda mucho por reconocer en cuanto a creaciones, ya que son muchos los cantaores que han impreso su sello y han ampliado la forma de interpretar el cante, generando así escuelas. Ahí quedan las camaroneras, fosforeras, caracoleras o morentiana por poner algunos ejemplos. Esperemos que el tiempo y la investigación seria, llegue a catalogar las múltiples variantes melódicas introducidas por estos fenómenos. Por supuesto, confiemos en que las nuevas generaciones sigan aportando cosas al cante flamenco, y que el aficionado las reciba sin prejuicios pero juzgando desde su honestidad, sólo así podremos transformar la involución en evolución.

Os dejo con un claro ejemplo de lo que para mí es creación y recreación. Fandancos de Macandé interpretados por Ángel de Álora que fue un gran conservador de los estilos, y Camarón de la Isla, que añadía su personalidad y sus giros melódicos a todo lo que tocaba. Disfruten de estas dos magníficas grabaciones:

Angel de Álora:



Camarón de la Isla:


8 comentarios:

  1. Interesante tema. Hacerle cosas al cante, obligación de todo cantaor que se precie, es bien complicado. Los 'cantes clásicos' son tantos y tan variados que un talento, como por ejemplo El Pele, logra sacar a esos modelos nuevos horizontes de expresión flamenca. Como dices Enrique fue grande también en eso de renovar, Caracol un gigante, Fosforito, Camarón y otros, todos los que mantienen vivo el cante haciéndole cositas sin sacar los pies del tiesto. Un saludo

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  2. Como dices, actualmente la variedad melódica es tal que tan sólo unos pocos son capaces de aportarle cosas distintas. Hay más cantaores que podrían hacerlo, pero temen salirse de los "patrones" establecidos.

    Un saludo Faustino.

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  3. ¡Magnifico documento!
    Me quedo pasmada.
    Enhorabuena, Tomás.
    Saludos.

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    1. Gracias por comentar y estar ahí. Lo de Tomás es sólo un pseudónimo, soy Rufo.

      Un saludo Mari Carmen.

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  4. Creo que esa es la obligación del cantaor. Poner algo suyo en cuanto canta. Tambien hay cantaores de duende que algunos dias se levantan con una nube en el oido, como dice Mendiola, y otros son capaces de levantarte del asiento. En lo del Pele coincido con Faustino. La última vez que le vi en el Central, estuvo genial. Un saludo y enhorabuena.

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    1. Totalmente de acuerdo Jose Luis. Pero muchos cantaores que podrían tener mucha personalidad, se dedican a reproducir los discos con un nivel de detalle grandioso, dejando así a un lado su impronta personal.

      Gracias por comentar y seguir.

      Un saludo. Rufo.

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  5. ¿Creadores de nuevos moldes musicales flamencos? En las últimas décadas, yo reconozco al menos tres: Fosforito, Enrique Morente y Pansequito. Camarón era otra cosa: como intérprete personalísimo supera incluso a los tres nombrados.

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  6. Efectivamente Andrés, eso son algunos de los que han dejado escuela. Aunque podríamos citar más cantaores personalísimos en su forma de interpretar. Hay que darle una oportunidad a los cantaores de hoy para que impriman su sello a los cantes de toda la vida, a veces el aficionado es el primero que pone trabas al cantaor para que esto ocurra.

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