Antonio echó abajo la primera muralla, y Marina terminó de
conquistar el Castillo del Cante de Ojen en su XXXIX edición, dejando patente que
venían a dar las 5 pesetas del duro. El festival tuvo lugar en el Colegio Los
Llanos y comenzó sobre las 23:30, con algo de retraso, pero con un lleno hasta
la bandera. La consigna de este año era reunir un plantel artístico joven pero
consagrado, y exceptuando al Tío Carrete que ni el mismo sabe la edad que
tiene, ninguno de los cantaores llegaba a los cuarenta.
Echó a rodar la noche con uno de los cantaores del momento. Hoy
por hoy no hay quien tosa al chiclanero Antonio Reyes, que estuvo escoltado con
justeza y flamencura por la sonanta de Antonio Higuero y el compás de Tate Nuñez y Diego Montoya. Su voz fresca y gitana
es puro almíbar, su afinación asombrosa y su cante una montaña rusa de melodías y emociones. Es dueño del tiempo, y así lo demuestra en cada tercio. Con
fragancia salina abrió el festival por alegrías, a las que siguieron unos
tangos apoteósicos cerrados con un fandango de Carbonerillo. La soleá en su
garganta toma nuevos derroteros sin perder la raíz de cada estilo; Joaquín La
Paula, Frijones, Andonda o Enrique El Mellizo toman una dimensión diferente
ante la genialidad interpretativa de Antonio. Desafió al ritmo y al compás por
bulerías, para extasiar a los cerca de 900 aficionaos que llenaron el festival.
Puso el broche de oro a su actuación levantando a los espectadores con unos
fandangos al alcance de pocos. Dulce, hiriente y certero recreó a Chocolate,
Caracol, Gordito de Triana y Manuel Torre.
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Antonio Reyes |
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Antonio Reyes y su gente |
Antonio dio paso a la granadina Marina Heredia, hija del
gran Jaime El Parrón. El listón estaba muy alto después de la actuación del
chiclanero, pero Marina tuvo una de esas noches de inspiración, ayudada como no,
por la inconmensurable guitarra de Diego del Morao y las palmas de Anabel Rivera y Jara Heredia. Dos años exactos
hacían del fallecimiento de Moraíto, y Diego no pudo homenajearle de mejor
forma que poniendo a relucir su oscuro y melódico toque. Comenzó Marina con unas jerezanísimas
bulerías por soleá algo aceleradas, pero pellizcando y dejando claro que no venía
a dar ojana. Ya descalza, la seguiriya de Marina y Diego ennegreció Ojen para
perfumarlo con aires de purgatorio. Siguió con malagueñas de Chacon y fandangos
de Perez Guzman, Frasquito y Paco el del
Gas que dieron paso a unas bulerías camaroneras que acabó a capella. Se despidió
por tangos granadinos con aires moros recordando al maestro del Albaycin y al de la Isla, algo que los
aficionaos respondieron levantándose de sus asientos como resortes para brindarle un cálido y duradero aplauso.
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Marina Heredia |
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Diego del Morao |
El siguiente en coger el testigo fue
Pitingo acompañado por la bajañí de
Juan Carmona. El cantante-cantaor llegó más
al público hablando que cantando. Estuvo “sembrao” contando historías, pero su
flamenco
pitinguero, como el mismo
dice, dejó que desear. Tímidas malagueñas del Mellizo, fandangos de Huelva en
los que mostró algo de poderío, cuplés por bulerías, soleares, improcedente
canción ajena al flamenco y un final por bulerías donde puso algo más de
flamencura a su actuación, hasta que volvió a echar por tierra el cante
metiendo el yesterday o su último single, eso si, sin salirse del compás.
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Pitingo y Juan Carmona |
El incatalogable Carrete fue el encargado de poner el baile
y la veteranía al festival. Lo acompañó un gran elenco artístico compuesto por
La Repompilla y Manuel de la Josefa al cante, Luis Santiago al toque, Luisa Chicano y Ana La Flamenca al baile y el Yaya al compás. Carrete es distinto a
cualquier otro bailaor, lo suyo es la comunicación directa con el público sin
necesidad de ostentar una gran técnica o rebosar excesiva flamencura, todo en él es pura intuición. Inimitable
y sabiendo llegar, bailó alegrías con su personalísima gracia y fuerza. Culminó
su intervención con unos tarantos en los que consiguió meterse al respetable en
el bolsillo.
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Grupo de Carrete |
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Carrete |
Llegó uno de los momentos más esperados, la actuación de
Argentina, una de las cantaoras más reconocidas y solicitadas de la actualidad.
Fuerza como cualidad principal, pero combinada con dominio del compás, afinación,
eco y conocimiento. La acompañaron Eugenio Iglesias y José Quevedo Bolita a la guitarra y Los Mellis y
Torombo al compás. Salió por tientos y tangos con guiño al Piyayo, siguió con
fandangos lucentinos y jabera que dieron paso a una descomunal seguiriya que
alcanzó momentos de gran expresivadad con el cante atribuído a Joaquín Lacherna
y el cierre de Juanichi El Manijero. Alegrías y romeras para cambiar de tercio y
paseo por Jerez para mostrarnos La Plazuela y Santiago dejando por el camino
versos de Manuel Molina. La especialidad de la casa, los fandangos onubenses,
sirvieron para decir adiós al todavía numeroso público que resistía la excesiva
duración del festival.
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Argentina |
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Bolita |
Sobre las 5:15 y con escaso público comenzó su recital el último
de los artistas del cartel, el extremeño Miguel de Tena con la compaña de
Antonio de Patrocinio Hijo. Con una línea estilística diferente a los demás
compañeros de festival, vino a complementar sus actuaciones con cantes como la
malagueña del Niño del Huerto rematadas con rondeña y fandango de Lucena. Claro
sabor vallejista en su voz y en sus cantes. Siguió por caña, tangos, granadina y el cuplé
María de la O por bulerías. Para finalizar y poner el cierre definitivo a esta
noche de arte, empapó de fandangos a sus seguidores. Naturales, por bulería,
del Pichichi, del Niño Leon, de Vallejo, del Pena y por último del Porrinas a
viva voz. En definitiva, el Castillo del Cante de Ojén deparó una borrachera de
arte flamenco para todos los gustos, aunque excesivamente larga.
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Miguel de Tena |
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Antonio Patrocinio Hijo |
Que grandes maestros muy buen blogs saludos flamencos desde contradanza granada.
ResponderEliminarQue grandes maestros muy buen blogs saludos flamencos desde contradanza granada.
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