Si el viernes pasó por las tablas de la
Sala García Lorca el poderío de Aurora
Vargas, el sábado fue el turno de su marido, Pansequito, que logró colmatar
dicha sala de la
Fundación Casa Patas. No son muchas las ocasiones en las que
se deja ver el cantaor portuense (aunque linense de naciemiento), por ello la
expectación era máxima.
Panseco es un cantaor personal, que además reúne una serie de condiciones que hacen de su cante una obra musical difícilmente alcanzable. A pesar de sus 67 primaveras sigue teniendo unos pulmones privilegiados, una dicción impecable y una afinación precisa; algo que acompaña con un eco rozado y un compás innato. Hay un detalle que hace aun mejor a Pansequito, y es que sabe que es bueno, y esa confianza le reporta éxitos sobre el escenario.
Al igual que a su mujer, le acompañaron para la ocasión
Manuel Valencia al toque y Chicharito y Rafa Junquera a las palmas. Un cuadro
de categoría sin duda. Su cante es suyo, lleva su sello y eso es algo que está
al alcance de muy pocos. En todos los estilos que abarcó dejó retazos de su
forma cantaora. Desde las alegrías cargadas de sal, pasando por sus soleares,
gaditanas también en su mayoría (Juan Ramírez, El Mellizo) hasta los tarantos
con los que cerró su primera intervención. Estiró los tercios hasta límites
inciertos y ligó el cante como si de un juvenil se tratara.
Profundas seguiriyas con las que empezó su segunda parte. Acompañadas por un inspiradísimo Manuel, elevó su eco a los altares del cielo para sentar cátedra. Para finalizar bulerías marca de la casa. Sonido propio, tercios interminables y compás exacto. Recuerdos para Alfonso de Gaspar y un bis por fandangos con aires de
VÍDEO:
Pansequito y su mujer, Aurora Vargas, dos geniales artistas y además son vecinos nuestros en Gines.
ResponderEliminarUna mágnifica entrada, enhorabuena.
Saludos.
Mari Carmen.