Tras cuatro años sin celebrarse, volvía para la afición la
Noche Flamenca Ecijana, en su XXXIV edición. El plantel de artistas que
presentaba el cartel era todo un lujo, diferentes líneas estilísticas para
satisfacer las necesidades de cualquier aficionao. Así pues, el público
respondió como cabía esperar, con un lleno absoluto. En cambio dejó bastante
que desear en uno de los aspectos más difíciles del flamenco, saber escuchar.
El ruido y el jaleo fue una constante durante todo el festival, los niños
gritando y jugando delante del escenario eran una constante innecesaria. Entre
esto y que el sonido fue realmente pésimo, devaluaron un festival con uno de
los mejores carteles del verano.
Comenzó el ecijano Paco Peña acompañado por Antonio García
Hijo, y se notó que jugaba en casa. En su cante se divisan excesivas
reminiscencias agujeteras, que impiden vislumbrar toda la personalidad de que
oculta su áspero metal de voz. Abrió el festival por derecho, por tonás. Y completó
su actuación por soleá, seguiriyas, tangos y bulerías.
Paco Peña |