Fotografía: Pepe Portillo
Parece obvio que lo de incluir a los “Rubios” en el ciclo Familias cantaoras de Málaga de la III
Bienal de flamenco malagueña ha sido una buena excusa para poder disfrutar
de su arte, ya que Antonio El Rubio nació en La
Línea, y tuvo a la mayoría de sus hijos en Madrid, donde vivió gran parte de su
vida. Su etapa como profesional fue muy escasa, pero dejó para la posteridad
uno de los fandangos más bellos del acervo flamenco, de una personalidad
fortísima, y de una jondura comparable a la seguiriya más cabal.
El Rubio acompañado por su nieto El Ingueta |
Esta personalidad tan marcada, esta presente en toda su
descendencia. Cuando escuchas esos sonidos, esa forma de sostener los tercios
tan particular en cualquier cante, sabes sin duda que se trata de los Rubios.
Estas formas tan propias pronto llamaron la atención de un joven Camarón, que
hizo suyo el fandango de Antonio. En palabras de Ricardo Pachón, esta familia,
con Antonio y Joaquín el Canastero a la cabeza, es la que más ha influenciado
el cante del genio de la Isla.
Antonio El Rubio por fandangos personales (años 70):
El espectáculo se dividió en dos partes. En la primera de
ellas cada uno de los familiares interpretó un par de cantes. Camarón de Pitita
arrancó con una taranta que sirvió para abrir boca. Antonio El Ingueta, nieto
del Rubio fue el primero de los cantaores en pisar las tablas. Salió por
seguiriyas, donde estuvo muy discreto, no consiguió sacarla adelante. En los
tientos y tangos mejoró algo, pero se equivocó al ligar ambos cantes. Era el
turno de Luis el Rubio, hijo del patriarca, afincado en Alhaurín y
probablemente el menos profesional de todos. Con ciertas limitaciones le ganó
la batalla a la malagueña del Mellizo, para terminar hiriéndonos con unas
soleares muy bien dichas, de lo mejorcito de la noche.
El Ingueta y Camarón de Pitita |
Luis el Rubio |
La representación
femenina de los Carmona corrió a cargo de La Chari, cuyas cualidades vocales no
eran las mejores, pero fue de largo la que más transmitió. Interpretó tarantas,
bulerías por soleá y alegrías. Miguel El Rubio fue el encargado de cerrar esta
primera parte. Miguel es probablemente el único profesional entre los hijos de
Antonio, y se notó a la hora de realizar esas bulerías por soleá y esas
bulerías con el sello propio de su estirpe, aunque no transmitió como Chari o
Luís.
La segunda parte también la abrió la sonanta, esta vez por
bulería. Sin salirse del compás iniciado por Camarón de Pitita, fueron
desgranando cantes todos los artistas. Aquí ya se encontraban como en casa. El
Ingueta dejó claro que en los cantes por fiesta es donde brilla. La Charo
volvió a emocionar con esa voz dulce a ratos y rota a veces. Para cerrar esta
parte, la especialidad de la casa. Los fandangos. Si la personalidad cantaora
de Antonio esta presente en todos los cantes, en los fandangos alcanza su
apogeo máximo. En esta ocasión Luis estuvo espectacular, y con su eco rancio
consiguió aportarle la dulzura necesaria a los fandangos familiares. Ingueta
también consiguió arrancar los oles
del público.
La Chari |
Miguel El Rubio |
Sin duda el momento más emotivo de la noche llegó cuando Tío Antonio El Rubio hizo acto de presencia en el escenario. Acompañado de su nieto
El Ingueta a la guitarra, nos mató a todos con una serie de fandangos de una
carga emocional desmedida. El cenit de una noche, donde cualquier excusa era
buena para ver al Rubio.
La noche la cerró Conchi Heredia con unas pataítas por Buleria al son del cante de los Rubios |
Os dejo uno de los fandangos con los que me hirió Antonio:
Llegué a oírlo en persona en alguna reunión madrileña de los años setenta. Nunca tuvo muchas facultades, aunque sí algunas más que su maestro "El Tuerto". Uno y otro crearon músicas que Camarón, Juan el de la Vara o Porrinas ennoblecieron.
ResponderEliminarA mí particularmente es de los fandanguilleros que más me llega. Camarón engrandeció su fandango musicalmente, pero me llega más el de Antonio (que me perdonen). Cada vez que lo escucho se me mete en la cabeza y no hay manera de quitarme esa melodía.
ResponderEliminarGracias por comentar. Un saludo.