A Pepe Durán Vargas
El XLV festival de Cante Grande de Ronda incluido en la
programación de la bienal malagueña configuró un espectáculo con un claro sabor
jerezano, de ahí su título “Puerta Jerez”. Por ende, no faltó compás, jondura y
pureza. Los dos barrios emblemáticos de la ciudad del vino y los caballos
estuvieron presentes en el escenario de las Murallas del Carmen, tanto San
Miguel con el Torta o Juanillorro, como Santiago con La Macanita, Luís El Zambo
o Fernando de la Morena. El elenco lo completaban Fernando e Isaac Moreno al
toque, Pilar Astola al baile y Chicharito, Ali de la Tota y Paco Moreno al
compás.
Este tipo de espectáculos son un verdadero lujo para los
buenos aficionaos, ya que carecen de artificios, de florituras o de vistosas
puestas de escenas para camuflar la escasez de flamencura. Lo que se vivió en
la madrugada del sábado en Ronda fue la pura esencia del flamenco, el legado
artístico heredado de incalculables generaciones llevado al público, lo omisión
del guión prefabricado, la espontaneidad como vehículo de transmisión, la
eterna duda de ¿vienen a cumplir o traen al “duende” en el equipaje?
Luís El Zambo fue el encargado de disipar la duda abriendo
el festival con sus inigualables bulerías pa escuchar, acompañado
magistralmente por Fernando Moreno dejó un aroma a Fino con el cante endémico
de Jerez. El metal de Luis es rancio y totalmente personal, un don de nacimiento
que hasta hace poco tiempo sólo estaba al servicio de reuniones privadas, y que
gracias a aquella joya discográfica “Los juncales de Jerez” nació para el gran
público un cantaor único. Tarantos de Manuel Torre, seguiriyas legadas por su
tío Sordera donde Fernando asestó con justeza sollozantes notas de guitarra que
culminaron con el cierre de Tío Juanichi. Se despidió Luís a compás de bulerías
llenas de aire santiaguero.
Luis El Zambo |