Después de 7 meses
donde se ha programado flamenco en la provincia de Málaga a tuti plein, toca
hacer balance de la III Bienal de Arte Flamenco de Málaga. Evidentemente no ha
sido un camino de rosas, pero quiero analizar todos los aspectos para poder
responder a la siguiente pregunta: ¿Qué ha fallado?
En primer lugar, se
debe tener en cuenta el presupuesto, que ascendía a los 250.000 euros, lo que
nos da una idea de lo limitado del proyecto económicamente. Atendiendo al
dinero disponible, y comparándolo con el nivel de los artistas y la cantidad de
espectáculos el resultado es inmejorable, puesto que han pasado por las tablas
de La Bienal gran cantidad de flamencos consagrados y jóvenes promesas de las
diferentes disciplinas del flamenco. Ahora bien, si comparamos este presupuesto
con los beneficios que debería haber generado La Bienal, o con las expectativas
de aceptación, el resultado no es nada alentador. Incluso dejando al margen el
tema de la recuperación de costes, más importancia aun tiene el hecho de que
esta bienal no ha transcendido ni a los medios ni a la gente como un evento de
importancia. Casi nadie en Málaga sabía que estábamos en plena bienal, y los
propios aficionaos apenas se enteraban de cuando eran los espectáculos
DE LUCES:
La luz de esta tercera
bienal ha sido sin duda la buena programación artística, el alcance geográfico
extensivo a toda la provincia y los bajos precios de las entradas. En estos
aspectos ha brillado de sobremanera, apostando por un flamenco puro y serio,
con artistas de la talla de Antonio Reyes, Miguel Poveda, EL Torta, El Zambo,
Paco Cepero, Manuel Molina, La Macanita, Vicente Amigo, Milagros Menjíbar, Carmen Ledesma…Lo
mejor de cada casa sin duda. Desde luego con un presupuesto infinitamente
inferior, la calidad flamenca de esta bienal tumba a las dos anteriores. Por
seguir recordando momentos irrepetibles en esta bienal, no se me puede olvidar
como nos estremeció Tío Antonio El Rubio “llorando” por fandangos, eso no está “pagao”.
El mano a mano entre Cancanilla y Antonio Reyes en el homenaje a Antonio Mairena fue de los que no se olvidan,
posiblemente el mejor recital de toda la bienal; lo mejor de Jerez inundando de
compás la ciudad de Ronda; Manuel Molina dibujando poesías en el aire del
auditorio de La Paloma o Carmen Ledesma embrujando a los asistentes con su
baile gitano; Milagros llenando de gracia el teatro Cervantes en la
inauguración o El Pipa poniendo su raza en la clausura son sólo algunas de las
muestras que esta bienal ha dejado para el recuerdo de los escasos asistentes.
Más aspectos positivos
son la divulgación a través de exposiciones, coloquios, conferencias ilustradas
y proyecciones flamencas; los talleres de aprendizaje de los diferentes campos
del flamenco; la apuesta por gente joven que viene haciéndolo muy bien; se ha
dado espacio a casi todos los artistas malagueños, bien en grandes recitales
como el caso del espectáculo del Corralón de Santa Sofía, o bien con el ciclo
Vamos a tu peña.
Ha habido ciertas
críticas de que no se ha apostado por artistas malagueños, pero supongo que son
críticas infundadas en que “el amigo de turno” no ha tenido cabida en la
bienal. Estas críticas se desmontan por sí solas con echarle un ojo a toda la
programación. Y más desmontadas quedan si atendemos a que una bienal de arte
flamenco no debe apostar por un flamenco local, sino por un flamenco de
calidad. ¡Ya está bien de localismos!
DE SOMBRAS:
Lo negativo de esta
bienal ha sido la escasa aceptación por parte del público, y la casi nula trascendencia
e importancia que se le ha dado a la misma. Podemos analizar estos aspectos
desde dos vertientes, pero para mí en una de ellas es donde recae el verdadero
peso del “fracaso” de los diferentes espectáculos.
Por un lado, la
afición de Málaga no es especialmente flamenca, ¡y mira que hay peñas! Pero lo
cierto es que ni peñistas ni otros aficionaos han respondido a la llamada de lo
jondo, volviendo a demostrar que la afición de Málaga es de las más reducidas
en número si la comparamos con otras ciudades españolas, eso sí, somos pocos
pero buenos.
Por otro lado, esta
primera vertiente no tiene peso alguno desde el punto de vista que un evento de
la magnitud que se le presupone a la bienal debe traspasar fronteras, tanto
locales como internacionales. Mirándolo así, el verdadero peso del fracaso de
esta bienal recae en la escasa publicidad que se ha hecho de la misma,
propiciada quizás por el limitado presupuesto, pero ¿no hubiera sido mejor
reducir el número de espectáculos para desviar esos gastos en marketing y
publicidad? Yo pienso que sí. Además, resulta interesante a nivel turístico
potenciar una Málaga flamenca, que atraiga a gente de todo el mundo como
Sevilla, Córdoba, Jerez o Granada, y que además consolide el negocio del
flamenco durante los años que no se celebra la bienal. Falta les hace a los
artistas locales que haya esa potenciación del sector en la provincia. Esto sólo
se consigue con publicidad, que es lo que marca la diferencia entre los
productos hoy en día. Un buen producto sin publicidad no vende, sin embargo un
producto mediocre con publicidad agota las existencias. Triste pero cierto.
La mayoría de las críticas
de los aficionaos se centraban en que no se enteraban de los espectáculos, que no sabían donde mirar la programación, que
la página no funcionaba bien o que 7 meses era algo excesivo. Este último punto
tiene sus ventajas y sus inconvenientes: desde el punto de vista de potenciar
la internacionalidad del evento pienso que es negativo, ya que alargarlo tanto
en el tiempo hace que no les sea rentable del todo a los extranjeros que
quieran apostar por un turismo flamenco, ya que los espectáculos están
demasiado dispersos en el tiempo. Para muestra el festival de Jerez o La Bienal
de Sevilla que durante un mes están colmados de guiris dejándose los jurdós en
todos los recitales posibles. El aspecto positivo es más local, es decir, los
que vivimos en Málaga podemos disfrutar de los recitales con una mayor
prolongación en el tiempo, y esto para nuestro bolsillo es muy importante; no
es lo mismo gastarte 200 euros en dos semanas que en 7 meses.
Las redes sociales es otra de las cosas que no
se han potenciado, salvando la labor de Pepe Portillo, que no es porque sea mi
amigo, sino que su llegada supuso un punto de inflexión y logró doblar el número
de seguidores tanto en facebook como en twiter en apenas unas semanas, les dio
una vida que no tenían hasta entonces. Pero es que todo esto se tenía que haber
potenciado mucho antes de comenzar La Bienal. Cabe resaltar, que la persona que
ha dirigido esta bienal ha puesto todo su empeño, y lo cierto que apenas ha
contado con colaboradores, más bien era él mismo el que representaba todo el
organigrama la organización. No se le puede pedir más a Antonio Roche, que
debería de haber contado con un equipo de trabajo.
CONCLUSIÓN
Creo que la materia
prima está ahí, y sólo hay que mantenerla para la siguiente edición, la clave
está en potenciar La Bienal de Málaga como un gran evento internacional,
hacerlo grande, que atraiga, y esto se consigue comenzando a trabajar desde ya,
para consolidar las luces de un proyecto que espero que no vuelva a
desaparecer.
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