La fecha de ayer estaba grabada a fuego en mi calendario, y
es que era el día en el que Alejandro
Segovia Cortés “Canela de San Roque” actuaba en el Círculo Flamenco de
Madrid. Además lo hacía acompañado por la magia de Periquín Niño Jero. Arte en estado puro.
Canela es de esos cantaores, en mi opinión, injustamente
valorados en el flamenco. Hablamos de un artista con unas condiciones naturales
para el cante al alcance de muy pocos: potencia descomunal, modulación, afinación,
rajo, extenso conocimiento y afición. A todo esto hay que sumarle elementos que
marcan la diferencia: gitanería, casta, gusto, flamencura y pellizco,
cualidades que marcan la diferencia en este arte.
Canela de San Roque |
Acompañado por Periquín, no pudo comenzar mejor: soleá. Así, en frío, para templarse y envolvernos con su extenso repertorio: Andonda, Juaniquí, Frijones, El Quino o Joaquín el de la Paula. El público empezaba a comprobar que iba a ser una noche de mucha enjundia. Los jaleos del respetable como respuesta a las heridas que causaban los tercios del Canela, comenzaron a proliferar, e irían a más durante toda su actuación.
“Voy a cantar por seguiriyas” anunció Alejandro, y alguien del
público respondió “sin tonterías”. Efectivamente, Canela cantó sin tonterías, y
lo de Periquín fue de auténtico gusto. Dulce jondura la que emanó de la voz y
las cuerdas de ambos artistas. Musicalmente prodigioso, y emocionalmente
superior.
Canela y Periquín |
Otra de sus especialidades son indudablemente los fandangos,
que dedicó a las mujeres. “Me voy a acordar del Chato Méndez de verdad” aseguró,
aunque la reinterpretación con ligeros cambios en los primeros tercios que hacía
El Chato del fandango de la Calzá, sigue oliendo y mucho a éste ultimo. El de
San Roque es de los mejores intérpretes actuales de este estilo y así lo patentó
ayer.
Tras un breve descanso que sirvió para digerir lo acontecido en la
primera parte, Canela salió por malagueñas. Con la capacidad de modulación que
posee en la garganta, es capaz de abrazar a la malagueña para hacerla suya y
llevarnos al apogeo de este cante con el estilo de Enrique El Mellizo.
Si algo gusta y está bien hecho, ¿por qué no volverlo a
hacer? Eso debió pensar el de San Roque antes de ofrecernos otras soleares
descomunales, al 8 por arriba. ¡A ver quien lo coge! Inconmensurable, sublime y
alcanzando la gloria con su cante aderezado por un toque cautivador y
placentero. Indiscutiblemente gitano. Estilos álgidos como el de la Andonda,
dieron paso a la cadenciosa soleá de Joaquín el de la Paula para cerrar en lo más
alto por Enrique El Mellizo.
Periquín Niño Jero |
Aceleró el ritmo para inundar de compás al respetable. Bulerías
por soleá. Quien diga que para cantar bien este palo hay que ser jerezano que
vaya y escuche al Canela.
Canela puso la guinda a una noche inolvidable por bulerías y
romances, donde el de San Roque y Periquín se fundieron en una conexión antológica
que nos llevó al éxtasis emocional. Larga y cerrada ovación la que se llevaron
los artistas por parte de los aficionaos, a cambio nosotros nos llevamos un mágico
e imborrable recuerdo.
Excelente crónica. Me ha vuelto a transportar a esa noche...
ResponderEliminar