Por segundo día consecutivo, la afición volvió a responder
con un lleno hasta la bandera al ciclo Flamencos por derecho organizado
por la Fundación Casa Patas. No
sorprende teniendo en cuenta el nivel artístico y el intimismo de los
recitales. Para mayor satisfacción, Martín
Guerrero, dueño de Casa Patas, es un tipo que está pendiente de todos y
cada uno de los asistentes, dándoles el mejor acomodo y prestándose con
amabilidad a cada uno de ellos. Con la prensa no es menos, y esto es de
agradecer porque permite que se pueda trabajar con facilidad.
Con estos ingredientes bien cocinados era el turno de Tomasa Guerrero La Macanita, que como
Jesús, estuvo acompañada por Manuel
Valencia a la guitarra y Macano y
Chícharito al compás.
Tomasa Guerrero La Macanita |
Tomasa goza de un eco que posiblemente hoy no esté tan de
moda, pero que para el aficionao al flamenco cabal representa gitanería,
esencia, raza y verdad. El eco de La Macana está en peligro de extinción, por
ello es un auténtico privilegio poder beber de la fuente cantaora que emana el
manantial de su voz.
Quizás ayer abusara un poco de la media voz, pero cuando
dijo aquí estoy yo, cuando su grito racial impregnó la Sala García Lorca de quejumbrosa oscuridad, fue cuando cautivó a
todos los presentes, recompensando nuestras almas.
Cuando La Macanita apareció en el escenario se podía
apreciar en el ambiente estábamos ante algo distinto. Se podía palpar el
respeto. Comenzó por tientos y tangos, gitanalmente dichos.
La soleá es uno
de sus cantes bandera, pero quizás ayer no llegó al punto sublime con el que
suele interpretarla. Aún así, los cantes de preparación alcalareños sonaron con
gusto en su rajada garganta, y en el cante trianero de La Andonda llevó su eco hasta
donde se remueven las entrañas. Malagueñas
gaditanas atestiguaron su largura cantaora. Cante de preparación de Manuel Torre
a media voz, para explotar con el estilo del Mellizo. Para cerrar su primera
intervención cantó una canción con sones buleaeros compuesta por el malogrado Fernandito
Terremoto. A pesar de tratarse de melodías poco flamencas, en la voz de Tomasa
todo suena jondo, hasta los “buenos días”.
Ataviada con otro traje volvió al escenario junto a Manuel
para seguir con los cantes libres. Taranto y taranta bien dichos. La oscuridad
se cernió sobre la sala con nombre de poeta granaíno, la seguiriya de La Macanita envolvió de misterio el ambiente. Manuel
Torre y especialmente el estilo de Tío José de Paula fueron incisivos antes del
cierre, en el que ligó los tercios casi sin respirar para recibir una calurosa y
merecida ovación.
Tomasa y Manuel |
Cabe resaltar la compaña de Manuel con la guitarra durante
todo el recital. Su toque reúne todas las características que hacen de un
tocaor una referencia absoluta: jondura, musicalidad, dominio del tiempo, aire y personalidad. Con sólo 29 años es una de las mejores
guitarras en el toque de acompañamiento, en el toque gitano.
Volvía el compás del Chícharo y el Macano para cocer a fuego
lento el fin de fiesta santiaguero. Compás y jondura se entremezclaron en las bulerías de Tomasa. Además las
pinceladas de baile tanto de La Macanita como de sus palmeros fueron
extasiantes. Especialmente conectó con el público el siempre enduendado
Chicharito. Tras el aplauso, Tomasa pidió silencio al público para cantar
sin acompañamiento un fandango Caracolero.
El respetable quería más y a golpes de compás reclamó el bis de la cantaora
jerezana que volvió a escena para despedirse con otro fandangazo chocolatero. Un
final perfecto que dejó entrever que los ecos profundos nunca pasan de moda.
Bien expresado, amigo.Después de Tomasa, ¿ quién vendrá a poner el eco? Difícil lo veo. Los que están de moda, no llegan. saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Jose Luis. Estoy de acuerdo con lo que dices, hay muchos que están de moda pero a mí personalmente no me dicen nada. De todas formas esto es muy amplio de gustos y colores, y nadie tiene una verdad absoluta, pero yo me quedo con los soníos negros. Un saludo amigo.
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