sábado, 8 de febrero de 2014

El Galleta de Málaga y sus fandangos de azucar


A Ramón Soler y Andrés González 

por su inestimable ayuda


Soy de los que piensa que en el cante flamenco la fama, los triunfos y el ser popular no está ligado a la calidad jonda, aunque no resto méritos a aquellos que gozan de tales méritos. Hay numerosas circunstancias por las cuales un cantaor no llega al gran público: el miedo escénico, su línea estilística, su carácter o simplemente porque no quiere comerciar con su arte. No quiero profundizar en estas circunstancias, pero si me gustaría acercar la figura de algunos artistas excepcionales que quizás no gocen de toda la repercusión que su arte merece.

Carátula de su primer disco (1972)


Como ya hiciera con los cantaores Pepe de Cañete o AgustínEl Gitano, hoy me gustaría acercaros a la figura del cantaor Miguel Fernández Fernández “El Galleta de Málaga”. Este gitano nacido en Málaga el 19 de marzo de 1923 (Flamencos del Campo de Gibraltar, Luis Soler de Guevara) se crió en el barrió de La Trinidad, donde siendo un niño le pusieron el que a la postre sería su nombre artístico. Al parecer Miguel solía llevar una boina, un día estando en la taberna de Angelillo El Ciego, un gitano le dijo “anda y quítate la tapaera de la olla que parece una galleta” y desde entonces se quedó con este sobrenombre.

El Galleta de joven 

El Galleta es sin duda uno de los cantaores fundamentales de la historia de Málaga. A pesar de nacer en la capital costasoleña, su formación artística, su escuela e incluso su genealogía entroncan con La Línea de la Concepción. Su madre, Ana Fernández Heredia era prima del Montino y del Mono de La Línea, el padre de Antonio El Chaqueta. Además desde muy joven Miguel pasa largas temporadas en el Campo de Gibraltar, siendo un habitual del mítico Bar Tánger donde coincidió con Chato Méndez, El Momo, El Terry, Antonio El Chaqueta o el que a la postre sería su maestro, Antonio el de la Calzá. En la entrevista que le hicieron en 1990  Luis y Ramón Soler, cuenta Miguel que solía escapar con El Tiriri y El Tembleque desde muy joven a La Línea para estar con El Chaqueta o Antonio Mairena entre otros.

Aunque trabajó en algunos tablaos como El Cabaret Las Terrazas donde debutó, o la Taberna Gitana donde dio sus últimos coletazos artísticos, fue más frecuente del cuarto de cabales o las reuniones de señoritos en las ventas. También tuvo algún escarceo en las compañías del Niño de la Ribera, El Peluso o Pepe Palanca.

El Galleta junto a José palanca y Juan El Africano


En 1971 participa en el homenaje que se le rinde en el Teatro Cervantes a Manuel Torre, al que conoció siendo muy joven. Ese día pone el teatro en pie con su cante por fandangos. Posteriormente en 1972 y 1973 edita sendos discos de fandangos junto al guitarrista Félix de Utrera. Joyas del flamenco que no puede faltar en la discografía de todo aficionao que se precie. Allí podemos escuchar pasados por el dulce tamiz del Galleta estilos del de la Calzá, Carbonerillo o Palanca entre otros.

Miguel logra dotar de una exquisita dulzura cada tercio que emana de su garganta, logra dotar de tintes dramáticos cada melodía y sobre todo logra que su cante se grabe a fuego en las seseras del que lo escucha por primera vez. Sin duda, después de escuchar al Galleta por fandangos no se puede concebir que se tilde al fandango de cante menor.

*Carátula de uno de sus discos y dos breves reseñas publicadas en el ABC sobre sus discos.




A pesar de pasar a la historia del cante como un gran fandanguero, Miguel conocía y dominaba todos los estilos. En la misma entrevista que le hicieron los Soler se le puede oír apuntando cantes por soleá apolá, malagueña del Mellizo y de Chacón, y esto después de llevar 16 años sin cantar. Además señala que hacía más cantes como los martinetes, seguiriyas, alegrías o tientos.

Los que lo conocieron coinciden en destacar la calidad humana de Miguel, siempre con una sonrisa dibujada en su cara. Generoso y compañero de sus compañeros. En su época en las ventas le pusieron otro apodo, “El Marfi”, por su prominente dentadura. Frecuento la venta Bartolo, donde los señoritos lo buscaban para pasar días en un cuarto disfrutando de su arte.

El Galleta y Terremoto de Jerez



El Galleta junto al tocaor Enrique Naranjo y 
Agustín El Gitano. Archivo Paco Fernández

Cuenta El Galleta en uno de los pasajes de la entrevista que le hicieron los Soler una anécdota sobre una fiesta con Ava Gadner. Cinco días duró aquella juerga. Salió con el traje nuevo y llegó a casa sucio como un trapo, pero con una pata de jamón empezada bajo el brazo, con la que a duras penas logró ablandar a su mujer. Como esta, muchas más.

En 1994 Ramón Soler y Andrés González Gómez le organizaron dos homenajes que tuvieron lugar en la Peña Flamenca de San Pedro de Alcantara y en la Peña Trinitaria, donde actuaron artistas de la talla de Canela de San Roque, El Álvarez, El Chino, Juan Maravillas, El Tiriri, Andrés Lozano, Chaparro de Málaga o Pedro Escalona entre otros. El día de la Peña Trinitaria será recordado por el desgarrador cante de Antonio Álvarez por fandangos de Palanca. Los que asistieron aun lo tienen grabado a fuego.




Debido a problemas de salud dejó el cante a un lado y regentó una portería por la zona de Carretería, donde se retiró del mundo artístico. Resulta casi irónico que un artista cuya mayor virtud era la dulzura con la que aderezaba sus cantes, tuviera serios problemas de salud precisamente por el azúcar. Ese exceso de azúcar en su cuerpo lo llevó a que le amputasen primero una pierna y finalmente la otra. Desgraciadamente para el mundo del flamenco falleció en el año 2000, eso sí, habiendo dejado un legado a mi juicio fundamental, una forma distinta de abordar el cante por fandangos. Sin duda algo dificil hoy en día donde la personalidad suele brillar por su ausencia.


AUDIOS:


Fandagos de Palanca (Ases del fandango Vol.12, 1972)




Fandangos de la Calzá (Fandangos del Galleta de Málaga, 1973)

Fandangos del Carbonerillo (Ases del fandango Vol.12, 1972)


Fandangos (Calzá) del Galleta en el homenaje al Tiriri (1974)


Fandangos del Galleta en el homenaje a Manuel Torre (1971)





Bibliografía: Flamencos del Campo de Gibraltar, Luis Soler de Guevara (2000)



1 comentario:

  1. Es más que oportuno que te acuerdes de uno de los grandes olvidados del flamenco de Málaga (y de fuera de Málaga). Miguel fue un extraordinario cantaor de fandangos que vivió en las catacumbas de las fiestas privadas. Menos mal que de él aprendió el mejor fandanguero que hemos escuchado muchos de los aficionados actuales y que se percató de que en el fandango se pueden dejar jirones de corazón: El Álvarez.

    Un abrazo

    Ramón Soler

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